Da por seguro que haré lo que él quiera, aunque no sé ni su nombre. Le echo mucho de menos, joder. Esto es como morirse solo en una habitación sin ventanas y sin más ruido que el de tu tráquea que se atasca. Él pone carita de pena cuando aparezco, pero también cuando me voy. Quisiera sentarme a su lado y decirle que ya he llegado, que qué tal el día y que si no está cansado ni de los acordes ni de mis aplausos que toqué otra vez. Y cada susurro cantado, que emite a menos de 2 metros de mí, me rompe. Los dos sentados, rodeados, nuestros ojos en sus manos que se mueven haciendo del ruido sonido. Su cabeza de vez en cuando se gira y sonríe cómplice a su hermano.
Sigue con tu guitarra, mi desconocido, yo solo pensaré en lo que hagas o digas, solo calcularé el momento exacto en el que respiras, la siguiente escena de la película...
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